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Foto del escritorAlejandro Ramírez

¡A la mierda la guía turística! Mi viaje a Egipto, segunda parte.

Amanecemos a eso de las 11 AM, no hemos completado 24 horas en Egipto, y ya tenemos historias para una noche de tertulia. Ahmed nos abrió la puerta de su casa esa mañana para desayunar ¡y su hogar es increíble!, por la naturaleza de nuestro trabajo en ese momento, habíamos escuchado acerca de las viviendas en Egipto, nuestra referencia no era nada buena. También, visitamos los lugares de hospedaje de otras personas que asistían al país al tiempo que nosotros, esto no mejoró la referencia. Esta casa era completamente diferente, tenía de todo: un gran comedor, un bonito jardín, mucho espacio, aire acondicionado por toda la casa (bastante útil para sortear el calor de Cairo), y lo más importante era su acogedora familia, que se fascinaba por nuestro idioma y por todas las historias que les contamos de Colombia, exagerando algunas anécdotas y minimizando otras.

Los desayunos en Egipto incluyen kibbes, huevo, pan árabe, hojaldre, picante, té, y varias cosas más. Esta foto fue tomada en Nuevo Cairo, El Cairo, Egipto (2018)
Estos eran los desayunos de todos los días

Luego de un gran desayuno, que superó con creces todas las comidas que probé en Cairo durante todo mi viaje, salimos camino al centro. Salir a la calle a resistir los 39 grados de temperatura promedio de esos días no sonaba una buena aventura, pero invertimos todos los ahorros para estar ahí, y no podíamos perder ni un minuto dentro de una casa. Camino en Uber, Ahmed nos arroja el mejor comentario de todo el viaje: “Cairo es una ciudad que un día no tenía carreteras, y al otro día las tuvo todas”, comentario derivado de nuestra observación de la apariencia de las principales avenidas de Cairo. Esta ciudad es tan, pero tan densa, con un crecimiento demográfico tan explosivo, que es muy común ver avenidas desniveladas con los edificios, improvisadas en algunos barrios y, la mayoría, sin terminar.

Llegamos al centro y nos adentramos al Museo Egipcio, a llenarnos un poco la cabeza de la carga histórica tan impresionante que tiene esta parte del mundo. Sorpresa nos llevamos al recorrerlo, el museo es increíble, está cargado de mucha historia y tesoros, es el paraíso para cualquier arqueólogo, historiador o curiosos como yo, con un ligero detalle: no tiene ningún orden. Da igual si se empieza a recorrer por el costado derecho o el izquierdo, no se tiene ninguna señalización que aclare al visitante cuál es el orden lógico de recorrerlo y entenderlo, daría una impresión de que el museo busca que tú mismo vivas tu experiencia, pero no es así. Verán, la cultura es la adopción de costumbres y prácticas que no se sabe cómo surgieron, pero que siempre han estado ahí, producto de la espontaneidad. El museo, y en general Egipto está cargado de esa espontaneidad, no se sabe como, o por qué surgen sus reglas, el caso es que están ahí, y la estancia se trata de entenderlas sin necesidad de que te las expliquen.

Foto tomada en el segundo piso que muestra la entrada y el primer piso o lobby central del Museo Egipcio. Esta foto fue tomada en El Cairo, Egipto (2018)
Lobby del Museo Egipcio

Saliendo del museo, tomamos té en el Café Riche, pasamos por la Torre de El Cairo y luego fuimos a dar unas vueltas por el imponente río Nilo a bordo de una Falouka. Hasta ahí, nada que no haya salido de la guía turística de cualquier viajero regular a Cairo y que se pueda encontrar en cualquier blog de viajes. ¡A la mierda la guía turística! El viaje se trata de experiencias únicas, de meternos en problemas y mirar cómo los resolvemos, de adaptarnos a situaciones poco regulares para un turista común, de encajar en una cultura, sin necesidad de que te la expliquen en un tour que te cuesta un montón. Ahmed, como nuestro guía turístico, pero ante todo, como joven que es, sin decirle nada, nos lleva a Al Muqattam.

David, Camilo, Ahmed y yo navegando dentro de una Falouka en las aguas del Rio Nilo. Esta foto fue tomada en El Cairo, Egipto (2018).
David, Camilo, Ahmed & yo navegando

Al Muqattam es un grupo de montañas en la parte sur de Cairo. En las noches, este punto se vuelve un mirador increíble de todo el caos del tráfico y la gente que se vive en la ciudad, viviéndolo todo desde un cómodo lugar, fumando de una hookah y tomando té. No hay un solo turista a metros, no es un sitio que sea atractivo para ellos, a esta hora, todos deben estar montados en Faloukas en el Nilo, escuchando música y teniendo conversaciones entre ellos mismos de lo terrible que sería vivir en Cairo.

David, Camilo y yo estamos sentados compartiendo tabaco, tomando té y comiendo koshari mientras tenemos conversaciones reales con gente de nuestra edad. Aprendiendo, a manera de desahogo de parte del grupo de amigos de Ahmed, de todos los prejuicios que los jóvenes, sobre todo mujeres, viven en Egipto para hacer cosas que para nosotros son normales, como tener una cita romántica o tomar una cerveza.

Esta foto refleja un plato de Koshari que se tomo en Al Moukattan, en El Cairo, Egipto (2018).
El Koshari es una comida sencilla

Esa noche, las conversaciones son muy amenas, pero se suelen tornar crudas. Algunos de ellos nos dicen que odian Egipto por lo rígido de su cultura y desean salir pronto de ahí. Escuchamos atentamente y hacemos contrastes con Colombia y Latinoamérica, y desde una posición muy respetuosa, los convencemos de lo importante que es tomar posición y transformar, de a poco, nuestras culturas para hacerlas mejores, y puede que de aquí a 200 años, algún efecto positivo haya tenido. Llegamos a un nivel de profundidad que no esperábamos con el grupo, hemos borrado toda brecha entre el turista y la persona local, nos vemos unos a otros como iguales, ambiciosos, críticos, aterrizados, soñadores, hacemos cambios en ellos, y ellos en nosotros, nos hemos inmerso en la cultura que buscábamos, logrando entender qué es Egipto y qué le depara con tan sólo escucharnos. Y después de muchas risas y de sellar con una foto el encuentro, finaliza nuestro día. Dos días, 48 horas, que en nuestra cabeza han sido semanas enteras. Aún nos esperan más andanzas.


Esta entrada hace parte de una serie acerca de mi viaje a Egipto. Click en los enlaces para leer a primera parte.

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