top of page
  • Foto del escritorAlejandro Ramírez

Migrar por Centroamérica: crimen, corrupción y dignidad

Nunca había dimensionado la dificultad de migrar hacia Estados Unidos por Centroamérica hasta que lo padecí en carne propia durante mi viaje por esa parte del continente. Ese paso migratorio es muy difícil, pues los obstáculos que tienen los viajeros, más allá de dejar la tierra que uno quiere y a la que uno se siente arraigado, son un complejo sistema de corrupción y mafias entre autoridades policiales, migratorias y bandas criminales que tienen dominados todos los caminos y abusan de la condición vulnerable del migrante mediante sobornos, tráfico de drogas, trata de personas, y ni imaginarse la cantidad de otros delitos que puede haber. La solución a esto no es nada fácil, pues esta cadena delictiva sobre el migrante es más efectiva que el narcotráfico como se conoce hasta hoy, y hay mucho dinero fluyendo para comprar el silencio a todos los organismos de control.


Mi primer encuentro con la corrupción en Centroamérica fue en la frontera entre Chetumal, en México, a seis horas en bus desde Cancún; y Corozal, en Belice, un pequeño y joven país caribeño que se independizó de Reino Unido en los 80, con playas de aguas azules, muy turístico y con uno de los niveles de pobreza y corrupción más grandes de todo el mundo. Honestamente, Belice es un país que no me gustó, porque a pesar de sus paisajes y sus playas, me pareció muy peligroso por las cosas que vi al caminar por Ciudad de Belice y Cayo Caulker por las noches, y ni que hablar de la gastronomía, una de las peores que he probado, teniendo en cuenta que está rodeado de países con buena comida como Guatemala y México. Mi gran conclusión es que Belice es un Estado fallido, que vive más que todo de proveer al turista, en detrimento de su propia gente, eso sí, una que otra persona se portó muy amable conmigo.

Una foto a mediodía en el terminal de la ciudad de Corozal, Belice. Frontera con México.
🇧🇿 Este es el terminal de Corozal, en Belice. Lleno de taxistas que tienen la función elemental de estafar turistas.

Yo tenía intención de pasar dos semanas allá, y, en teoría, los colombianos podemos estar allí hasta 30 días con tan solo el pasaporte. Entré a la frontera durante la mañana, y en el punto fronterizo, ya del lado de Belice, llené un formato migratorio donde manifesté la intención de estar en el país por ese tiempo, una vez le pasé dicho formato y mi pasaporte al agente migratorio beliceño, este me dijo que sólo podía permanecer una semana en el país, sin darme alguna razón de porqué, y se quedó ahí esperando un momento mi respuesta. Como estaba haciendo mi viaje por tierra, no le vi ningún problema y simplemente acepté la condición y seguí mi camino, pero el hecho de que el agente me insistiera en que solo podía estar una semana allí me dejó pensativo.

Fríjoles con arroz, pollo guisado y ensalada de papa, el plato típico de Belice
🇧🇿 Estos son fríjoles con arroz, pollo guisado y ensalada de papa, el plato típico de Belice

Unos días después, conocí a una pareja de colombianos en Cayo Caulker, y al conversar, surgió el tema del paso migratorio en Corozal, donde me contaron que tuvieron la misma situación de un agente que les otorgó sólo una semana de estadía, y, como la pareja tenía programado pasar más días, refutaron la decisión del agente migratorio, en donde la respuesta fue clara: “Si quieren estar más tiempo, tienen que pagar”, y sin ninguna otra opción, esta pareja pagó algo más de 30 dólares, en frente de todos los agentes migratorios y la policía, con las cámaras del lugar y a los ojos de los otros turistas que pasaban por ahí, ¡Un soborno en un punto migratorio! Yo hasta ese viaje pensaba que los puntos migratorios eran incorruptibles, pero después, con las historias que escuché, me fui enterando que todos los puntos migratorios de los países centroamericanos son un foco de corrupción, y ese tipo de situaciones son más comunes de las que uno cree, sobre todo, en contra del turista Latinoamericano, no del Europeo. Ya entendí por qué diablos el agente migratorio que a mí me tocó estaba esperando que yo le dijera algo más, pues ese era el camino para pedirme un soborno.


La historia anterior es para ilustrar lo corruptos que son los puntos migratorios de México a Panamá, la segunda historia es mucho peor. Viajaba en un bus desde Flores, en Guatemala, hasta su capital, Ciudad de Guatemala. Arrancó el trayecto a eso de las 9 de la noche desde Flores, y a la media hora el conductor paró, contó los asientos vacíos que llevaba, y dejó ingresar más o menos a 15 personas. A las 4 de la mañana, muy cerca ya de la ciudad, el bus paró en un retén policial, dos agentes se subieron a pedir documentos, y fueron exactamente las mismas 15 personas que se subieron la noche anterior a las que la policía empezó a bajar con maletas para una supuesta inspección. Cuando el policía me pidió el documento, yo le mostré mi cédula y una copia plastificada que cargo de mi pasaporte en la billetera, el tipo no entendió, o no quiso leer, o me tenía fichado desde antes, pero se llevó mi documento y me dijo que me bajara también. A mí en ese momento no me dieron ganas de bajar, como no le entregué el pasaporte no tenía ningún riesgo, y si yo perdía mi cédula, sería muy fácil tramitarla de nuevo de regreso en Colombia, pero también pensé que el tipo se podía devolver a bajarme, tal vez a la fuerza, e incluso capturarme por resistirme a algún tipo de procedimiento, entonces tomé mi maleta y me bajé, los policías y el conductor me estaban esperando. Cuando ya estábamos todos, nos dirigieron a un cuarto oscuro en medio de la carretera, cerraron una cortina y empezaron a pedir un soborno a todas las personas que estaban ahí, como de a unos 40 o 50 dólares por persona, una vez la persona le pagaba al policía, este les regresaba el pasaporte.


En ese momento fue que me di cuenta de que las 15 personas eran migrantes, pude reconocer nicaragüenses, beliceños, haitianos y venezolanos, ningún colombiano, y ahí todos estaban en fila, sin mediar palabra con los policías, pagando el soborno, como si todos, menos yo, supieran de antemano lo que estaba pasando. Fue algo muy intimidante, pues esos policías estaban armados hasta los dientes, además, estábamos en un cuarto oscuro en medio de una carretera en la madrugada. Afortunadamente para mí, creo que, por ser mamagallista, me salvé de ese soborno, pues simplemente esperé a que todos pagaran, y cuando el policía me dijo que le diera el pasaporte, para tener claramente el pretexto para sobornarme a mí, le comenté que lo tenía al fondo de mi maleta, y que si lo quería ver, tenía que esperar a que sacara todas mis cosas para encontrarlo, el policía me dio la orden de hacerlo, y yo empecé lentamente a esculcar en mi maleta para simular que lo estaba buscando, para quemar tiempo, luego el tipo simplemente se desesperó, arrojó mis documentos al piso, y con una patada me sacó del lugar. El conductor nos estaba esperando a la salida, no era capaz de mirarnos a los ojos el hijo de puta, intuyo yo que estaba involucrado, pues no era una casualidad que los policías supieran exactamente donde estaban sentados los migrantes.

Foto con una agente migratoria en la frontera de Guatemala y Belice
🇬🇹 A pesar de mi episodio en Guatemala, debo admitir que los chapines son personas muy amables. Así me recibieron en la frontera entre Belice y Guatemala.

Para que el conductor no entendiera, hablé en inglés con uno de los haitianos, y en un minuto me explicó que este tipo de controles ya los habían tenido que pasar por todos los países de Centroamérica que había recorrido, que iban los 15 para Ciudad de Guatemala, de camino a Tapachula, Chiapas en México, para seguir hacia Estados Unidos, que en su paso por Guatemala y México, tendría que pasar por muchos más de este tipo de controles, que el soborno estándar era de 50 dólares a los policías y autoridades migratorias. En esa corta conversación entendí que eso no se trató de una casualidad, es todo un sistema corrupto transnacional, en el que autoridades y mafiosos acuerdan tarifas y modalidades.


Luego de esto, fueron varias las historias que escuché, como el caso de un colombiano que le querían cobrar una extraña multa después de que le sellaran la salida desde Guatemala y le rechazaran la entrada en México, en donde muy posiblemente ambos agentes migratorios se pusieron de acuerdo para sobornarlo y no tuvo otra salida que pagar el chantaje. También conocí a alguien que vivió unos meses en Necoclí, Colombia, que es un punto de salida importante para los migrantes que van a adentrarse en el tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, que fue testigo de cómo las mafias cargaban a los migrantes con coca para que la pasaran por la selva y la entregaran a su salida de ese camino en territorio panameño.


Como si lo vivido no fuera suficiente, cuando estaba entrando a México, para ir a Cancún y tomar un avión de regreso a Colombia, pasé por la misma frontera con Belice, entré a la oficina de migración mexicana, inmediatamente me dio una sensación de mala suerte, y con justa razón, apenas le pasé el pasaporte a un agente migratorio en esa frontera, me retuvieron un par de horas, donde la agente estuvo pidiéndome, de maneras muy sutiles que, si quería seguir, tenía que sobornarla. “Su entrada es muy irregular”, “tiene un equipaje muy ligero”, “tengo indicios de que usted tiene interés de migrar hacia Estados Unidos”, “no hay justificación del dinero con el que paga el viaje”, ese es un resumen del montón de razones tontas por parte de la agente de migración para retenerme todo ese tiempo allá, y en más de una ocasión, la agente me sugirió que la acompañara a una sala al final de la oficina para poder hablar con calma, también me amenazó varias veces con que me pasaría a una segunda entrevista con otro agente migratorio que, de seguro, me inadmitiría para ingresar al país. De ese chantaje me salvé, creo yo, que por pura determinación de mi parte, pues fui muy claro en mis respuestas, pero tampoco me preocupé por refutarle nada a dicha agente, y supongo que, al igual que los policías de Guatemala, simplemente se cansó de insistir y me dejó pasar. Estaba muy agotado.

🇧🇿🇲🇽 Este es el paso fronterizo y corrupto entre México y Belice.


Lo que yo viví es solo la punta del iceberg de todo lo que el migrante tiene que pasar para llegar a Estados Unidos, y lograr así mejorar, aunque sea un poco, la situación económica y de seguridad en sus países de origen. Las mafias han sabido aprovechar esta situación para explotarles hasta el último peso que forzosamente han logrado conseguir para su viaje, y lo peor, esto en complicidad transnacional con las autoridades que supuestamente tiene un deber constitucional de proteger. El tipo de medidas que tomó recientemente Estados Unidos, con la apertura de centros de procesamiento en Colombia y Guatemala, que permitan la reunificación familiar en ese país, así como otorgar un permiso para trabajar allá, es el camino correcto para lograr mermar el flujo de migrantes, y así, todos los delitos que están conexos tanto de autoridades como de bandas criminales; pero aún falta mucho, y Estados Unidos no debe ser el único país que cree medidas para contrarrestar el flujo migratorio, pues esto debería ser una conversación de todos los países latinoamericanos, ojalá los gobiernos tengan la grandeza que les falta para sentar el tema. Mientras esto pasa, la ola de delitos en la frontera es de nunca acabar. A pesar de todo, el migrante no se detiene, y seguirá resistiendo con mucha dignidad, pues las autoridades y los mafiosos puede que logren reventarlos de muchas maneras, pero nunca les podrán quebrar la moral. Un saludo intenso a todas y todos los migrantes, su grandeza será un legado que debe permanecer en quienes buscamos una mejor región.

¡Bienvenido a ElRami.com!

bottom of page