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Foto del escritorAlejandro Ramírez

¿Qué le dije a un amigo que me preguntó por la crisis económica producto del COVID-19?

Actualizado: 17 abr 2021


Mi amigo me preguntó acerca de mi percepción de la proyección de la economía colombiana para los próximos meses dada la reciente crisis originada por la pandemia del COVID-19. El escenario es muy confuso, si bien, países como China y Corea del Sur han logrado sortear sus picos de contagio, sus economías están lejos de reestablecerse. ¿Qué nos espera en Colombia?.


Sin entrar en detalle acerca de las proyecciones del número de infectados por COVID-19 en Colombia, ya que es un tema de poco dominio para mí, lo cierto es que las medidas de Estado de Emergencia decretadas la semana pasada en Colombia tienen un choque interno inmediato en la economía: menor consumo privado.


Como las interacciones sociales se reducen al máximo en el corto plazo, los ingresos de restaurantes, hoteles, comercio al por menor y recreación se van a desplomar. Esto, sumado a los gastos prioritarios de los hogares en alimentos, servicios públicos y de salud, dificulta más la situación. Se estima que una reducción entre el 10 % y el 20 % del gasto de los hogares en general, prácticamente derrumba en más del 60 % las proyecciones del PIB para el 2020 en Colombia, que en promedio son del 3.1 %.


Si a ese panorama se le suma el reto de la caída del precio del petróleo, que se proyecta en picada dado que:

  • Arabia anunció un aumento de 30 % de su producción luego de la guerra de precios de los países miembros de la OPEP y Rusia.

  • Saudi Aramco afirma que puede generar rentabilidades con un precio de hasta 30 USD por barril de petróleo.

  • Rusia, en aras de presionar a Estados Unidos para levantar el bloqueo económico de sus inversiones en Venezuela, afirma que puede generar rentabilidades con alrededor de 42 USD por barril.

Colombia, cuyas exportaciones son 58 % provenientes del sector minero-energético, la tiene muy difícil para confrontar este escenario, la tormenta apenas comienza.


Pero, el escenario no es del todo malo. Colombia ha sabido sortear crisis de magnitudes similares, y en el aspecto macroeconómico, la estabilidad de la inflación para el 2020 y el porcentaje de inversión en el país a diciembre de 2019, se encuentran en un punto mejor en comparación con la contracción económica del 2015, también culpa de la caída del precio del barril de petróleo. Se va haciendo evidente la solución.


Desde el punto de vista de las empresas, el tema es más complicado. De las empresas más grandes en Colombia, el 90 % de estas pueden durar hasta 52 días asumiendo sus gastos sin necesidad de tener ingresos. Si las medidas de confinamiento se extendieran de dos a seis meses, solo el 25 % de estas podrían sobrevivir. Al estar en tiempos de crisis, la economía requiere mucha liquidez. Lastimosamente, el aumento de liquidez va ligado a despidos masivos, cancelaciones de contratos, entre otras medidas. El desempleo se va a disparar inevitablemente. El día de ayer, Canadá registró alrededor de 500.000 nuevos desempleados, en el caso de España, tan solo Madrid registró 13.300 desempleados.   


A este punto, la frustración y el pesimismo por lo que viene para la economía colombiana es evidente. Sin embargo, las soluciones en el corto plazo, dependen de nosotros. Entre más respetemos las medidas de confinamiento preventivo y evitemos la propagación de tantos mitos y noticias falsas alrededor del mismo, más rápido vamos a disminuir la curva de contagio, y de paso, se va a evitar saturar el sistema de salud colombiano. Pero, en el mediano y largo plazo, va a depender de las medidas del Estado que reactiven la economía y garanticen una mayor liquidez. Con un índice de endeudamiento del Estado del 52 % del PIB, no puede sorprendernos la venta de participación accionaria de empresas como Ecopetrol.


Para el mediano plazo considero que, el fomento del Estado colombiano en materia económica debe ir hacia lo siguiente:


  1. La diversificación económica es para ya. Esta diversificación debe ser enfocada a la productividad de los sectores que lo están haciendo bien.

  2. Ligado a lo anterior, las Start-ups, en su naturaleza de ser soluciones eficientes a problemas, han tenido una capacidad de reinvención impresionante en estos días para hacerle frente al confinamiento. El fomento del Estado a este sector debe seguir, como una fuente de productividad, de crecimiento, así como de función social. Ejemplo de esto, en el 2019, las empresas Fintech en Colombia, que tienen una función social en la bancarización de personas que no tienen capacidad de acceder al sistema, crecieron en su conjunto más de 100 %.

  3. Si se tiene que priorizar un sector en la economía, dada la capacidad fiscal del Estado colombiano, aparte del gasto en salud, los alivios al crédito (no la suspensión) debería ser el foco, esto evitaría la quiebra del 60 % de las empresas en Colombia. Si las empresas grandes tienen una capacidad para estar casi dos meses sin ingresos, el escenario en las medianas y pequeñas no puede ser tan alentador.


Por último, después de todo esto, lo único que se me ocurrió decirle a mi amigo, fue lo siguiente: “Sales are vanity, profit is sanity, cash-flow is king”. No se gaste un peso por ahora en nada que no sea muy urgente, hágale caso a la cuarentena, para salir más rápido de esta, y salga a gastarse todos sus ahorros apenas pase el confinamiento, la economía se lo agradecerá.


¿Qué le habrían dicho ustedes?

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